lunes, 18 de mayo de 2009

Alvin tofler y La sociedad del Conocimiento

Alvin Toffler es conocido por sus discusiones acerca de la revolución digital, la revolucion de las comunicaciones y la singularidad tecnológica. Sus primeros trabajos están enfocados a la tecnología y su impacto (a través de efectos como la sobrecarga de información). Más tarde se centró en examinar la reacción de la sociedad y los cambios que ésta sufre. Sus últimos trabajos han abordado el estudio del poder creciente del armamento militar del siglo XXI, las armas y la proliferación de la tecnología y el capitalismo. Entre sus publicaciones más famosas se destacan La revolucion de la riqueza, El cambio de poder , El shock del futuro y La tercera ola. Está casado con Heidi Toffler, también escritora y futurista.
Toffler explica, "La sociedad necesita personas que se hagan cargo de los ancianos y que sepan cómo ser compasivos y honestos. La sociedad necesita gente que trabaje en los hospitales. La sociedad necesita todo tipo de habilidades que no son sólo cognitivas, son emocionales, son afectivas. No podemos montar la sociedad sobre datos".
En su libro La tercera ola, Toffler introduce un concepto de ola que engloba todas las consecuencias biológicas, psicológicas, sociales y económicas que se derivan de cada una de las civilizaciones verdaderamente distintivas.
Dentro de estas civilización describe:
La primera ola como la revolución agrícola. Una civilización basada en el autoabastecimiento que origina toda una ola de consecuencias culturales. Dura miles de años.
La segunda ola como la revolución industrial. Una civilización que divide o cepara la figura del productor de la del consumidor. Las consecuencias culturales son la uniformización, la especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización. El poder en esta segunda ola es ostentado por los que llama integradores que son aquellos que se ocupan de coordinar y optimizar los procesos de producción. En todas las sociedades en las que predomine la segunda ola, surgen de forma natural la burocracia
y las corporaciones.
La tercera ola es la sociedad post-industrial
. Toffler agrega que desde fines de la década de 1950, la mayoría de los países se han alejado del estilo de Sociedad de Segunda Ola tendiendo hacia Sociedades de Tercera Ola. Acuñó numerosos términos para describir este fenómeno y cita otras como Era de la Informacioncreadas por otros pensadores.
En una simplificación de la historia de la humanidad, sitúa en el centro de la evolución de cada sociedad la coexistencia y el reemplazamiento entre "olas".

Desde la publicación de los grandes éxitos internacionales La tercera ola y El shock del futuro, Alvin y Heidi Toffler se erigieron como referentes fundamentales a la hora de reflexionar sobre el futuro y acertar con las claves que rigen el desarrollo de la sociedad por su agudeza, imaginación y capacidad de análisis. Lúcidos pero optimistas, porque predicar pesimismo es uno de los modos más fáciles de disfrazarse de sabio, con La revolución de la riqueza han logrado un libro de actualidad y análisis que nos invita a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y los cambios que se avecinan.
Esta obra, fruto de doce años de trabajo, habla del futuro de la riqueza visible e invisible, una forma revolucionaria de riqueza que redefinirá nuestras vidas, nuestras empresas y el mundo, que se nos echa encima a toda prisa. Para explicar lo que esto significa, analizaremos de mano de los Toffler desde la vida familiar y los empleos hasta las urgencias del tiempo y la creciente complejidad de la vida cotidiana, y nos enfrentaremos a las nuevas profesiones, los oficios obsoletos, los mercados y el dinero. El resultado arroja una luz sorprendente sobre la colisión entre el cambio y la continuidad en el mundo y en nuestro propio interior.
Periodista, profesor e investigador de talla mundial, Alvin Toffler (Nueva York, 1928) estudió letras en la Universidad de Nueva York donde se doctoró en letras, leyes y ciencias y conoció a su mujer, Heidi (Nueva York, 1929), incansable compañera intelectual. Como estudiantes radicales, decidieron renunciar a la vida académica y pasaron cinco años trabajando en distintas fábricas del medio oeste estadounidense. Las lecciones que allí aprendieron fueron fundamentales para su futura carrera como estudiosos de las tecnologías y los nuevos medios y sus efectos sociales. Desde la publicación de El shock del futuro (Plaza & Janés, Barcelona, 1971), sus obras han revolucionado cómo pensamos la sociedad contemporánea y sus cambios. Han recibido el reconocimiento académico de numerosas universidades e instituciones, como la New School for Social Research de Nueva York, el International Institute for Strategic Studies y la American Association for the Advancement of Science, además de varios doctorados honoris causa, y el nombramiento de Alvin como oficial de la Orden de las Artes y Letras de Francia. En lengua española se han publicado, además, La tercera ola (Plaza & Janés, Barcelona, 1983) y El cambio del poder (Plaza & Janés, Barcelona, 1990). En 1996 fundaron Toffler Associates, una consultora internacional que trabaja con líderes políticos, países, empresas y ONG del mundo entero.

En su espléndida crítca para el Cultural (21-9-2006), el Catedrático de Sicología Social de la Universidad Pública de Navarra, Bernabé Sarabia precisa que “La revolución de la riqueza es un texto largo y denso del que es difícil afirmar si es más interesante su análisis del pasado o su predicción del futuro. Tanto lo uno como lo otro prenden al lector a páginas implacables que sin duda han de molestar a derecha e izquierda, a ricos y pobres, a creyentes y agnósticos”. Más adelante advierte cuál es el punto de partida de la obra: “Los cincuenta capítulos que articulan esta obra comienzan por señalar que la revolución de la riqueza no es otra cosa que una fuente de oportunidades para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la Tierra”.

Tras describir los tres grandes periodos de cambio mundial establecidos por los Toffler, entre las apreciaciones del crítico destacan tres párrafos dedicados a la última etapa, la de la Sociedad de la Información: “Uno de los efectos más característicos de la sociedad del conocimiento es la aparición del prosumo. Éste no es sino “una enorme economía oculta, en la que se produce una gran cantidad de economía no detectada, no calculada y no remunerada. Es la economía prosumidora no monetaria”. El término prosumidor lo acuñaron los Toffler en La tercera ola para designar a todo aquel que crea recursos, bienes de todo tipo, servicios o experiencias para su propio disfrute o para ayudar a los demás. Quien haya tenido un ser querido en un hospital sabe bien lo que es un prosumidor, en todas aquellas ocasiones que se ha ocupado de su enfermo. Un prosumidor, con gran frecuencia una mujer, crea riqueza y en el futuro está destinado a ser un elemento crucial en la sociedad propiciada por la revolución de la riqueza.

La decadencia de las sociedades industriales es imparable en Occidente, tal como argumentan los Toffler en la última parte de este volumen. El nuevo sistema de riqueza emergente no se puede entender en el marco de la economía convencional. El conocimiento es la nueva clave del desarrollo personal y social y dicha clave implica un nuevo concepto del espacio y del tiempo. El prosumidor tendrá, gracias a los avances científicos, nuevas herramientas a su disposición y eso aumentará su productividad. Por otro lado, los combustibles fósiles quedarán substituidos por nuevas energías. Entre ellas los Toffler señalan el helio-3, abundante en la Luna.

Se cierra este volumen con una apuesta por la desaparición de la sociedad de masas. En el mundo de la sociedad opulenta que dibujan los Toffler las economías de conocimiento intensivo permitirían transformar a los trabajadores en creativos de clase media capaces de desarrollar sus iniciativas y perfilar sus actividades preferidas”.

Sociedad del conocimento

¿Vivimos en una época de cambios o un cambio de época? ¿Cómo caracterizar a las profundas transformaciones que vienen con la acelerada introducción en la sociedad de la inteligencia artificial y de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Se trata de una nueva etapa de la sociedad industrial o estamos entrando en una nueva era? “Aldea global”, “era tecnotrónica”, “sociedad postindustrial”, “era -o sociedad- de la información” y “sociedad del conocimiento” son algunos de los términos que se han acuñado en el intento por identificar y entender el alcance de estos cambios. Pero mientras el debate prosigue en el ámbito teórico, la realidad corre por delante y los medios de comunicación eligen los nombres que hemos de usar.
Cualquier término que usemos, en el fondo, es un atajo que nos permite hacer referencia a un fenómeno -actual o futuro-, sin tener que describirlo cada vez; pero el término escogido no define, de por sí, un contenido. El contenido emerge de los usos en un contexto social dado, que a su vez influyen en las percepciones y expectativas ya que cada término lleva consigo un pasado y un sentido (o sentidos), con su respectivo bagaje ideológico. Era de esperarse, entonces, que cualquier término que se quiera emplear para designar la sociedad en la que vivimos, o a la cual aspiramos, sea objeto de una disputa de sentidos, tras la que se enfrentan diferentes proyectos de sociedad.
En el marco de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información -CMSI-, hay dos términos que han ¬ocupado el escenario: sociedad de la información y sociedad del conocimiento, con sus respectivas variantes. Pero, si bien el marco impuso el uso del primero, desde un inicio provocó disconformidad y ningún término ha logrado un consenso.

La noción de “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.
La UNESCO, en particular, ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe: “La sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de “sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.
Un matiz en este debate, que solo concierne a los idiomas latinos, es la distinción entre sociedad del “conocimiento” o del “saber” (ambos traducen el término inglés “knowledge society”). La noción de “saberes” implica certezas más precisas o prácticas, mientras que conocimiento abarca una comprensión más global o analítica. André Gorz considera que los conocimientos se refieren a “contenidos formalizados, objetivados, que no pueden, por definición, pertenecer a las personas... El saber está hecho de experiencias y de prácticas que se volvieron evidencias intuitivas y costumbres”[4]. Para Gorz, la “inteligencia” cubre toda la gama de capacidades que permite combinar saberes con conocimientos. Sugiere, entonces, que “knowledge society” se traduzca por “sociedad de la inteligencia”.
En todo caso, por lo general, en este contexto se utiliza indistintamente sociedad del conocimiento o del saber, si bien en español conocimiento parece ser más usual.